
08 set. Tot és política?
I després ens preguntaran amb cara de no creure-s’ho, en què està fallant la política a l’hora d’engrescar i motivar als ciutadans a participar-hi activament. Si repassem el curt històric espanyol ens n’adonarem que les rígides, tancades, inaccessibles i encarcarades estructures dels partits polítics han anat derivant cap una mena de casta que està present arreu, impossibilita la renovació i impedix la participació de la ciutadania o simplement dels votants.
Des dels ajuntaments, diputacions, governs autonòmics, governs nacionals, instàncies europees varies, etc. s’acomoden com un castell de nou amb folre i manilles al damunt de l’entremat opac dels partits polítics. I no contents amb això, la perversió arriba fins i tot al moll de l’Estat de Dret i el que haurien d’ésser poders separats, independents i equilibrants entre ells, estan sotmesos a l’arbitrarietat, altra vegada dels partits, es evident que això així no pot funcionar.
En José Antº Donaire reflexionava fa ben poc des del seu bloc sobre la necessitat de canviar la forma de fer política i fins i tot el concepte mateix de política i haig de dir que amb molt d’encert, és evident que cada persona tindrà a nivell individual uns valors, creences i formes de pensar diferents que l’acostaran cap a una ideologia política o una altra en funció del percentatge major de coincidència però ningú amb un mínim de tendència cap a la crítica com a forma de millorar podria estar d’acord al 100% amb qualsevol doctrina partidista, si això és donés seria fanatisme, integrisme polític o papanatisme.
Faig la reflexió en veure com per damunt del que ens convé a tots, els partits polítics majoritaris han demorat durant dos anys la renovació dels òrgans del màxim nivell del poder judicial simplement per una estratègia ideològica. Quan avui a la fi s’han posat d’acord ho han fet repartint-se les quotes de poder segons la representació que els han donat les darreres eleccions, en comptes de deixar que els qui conformen l’estructura judicial, jutges, advocats, procuradors etc triïn els qui millor defensaran els seus interessos, per prestigi, trajectòria i vàlua professional. Per a fer-ho altre cop malament no calia cap canvi.
És evident que la transformació ha de venir de baix, gent que empenyi i faci força per a renovar unes estructures que en trenta anys ja demanen a crits un canvi en profunditat, fins que no es treballi de ferm per això la gent continuarà allunant-se de la política i mantenint l’opinió que els polítics només miren per ells, encare que moltes vegades aquesta percepció no pugui estar més equivocada.
Rosa
Posted at 06:29h, 17 setembrePero, a mi me gusta mas que sea un grupo de lideres que uno solo, uno suele volverse Dios, muchos deben luchar para demostrar su valia, y deben de ponerse de acuerdo, cosa muy dificil, pero efectiva en beneficio de todos,formas de ver la vida. un beso Gonzalo
Gonzalo
Posted at 06:29h, 17 setembre¿Y por qué un grupo de seres coherentes? Yo estoy plenamente de acuerdo con Ramoneda: creo en la dignidad del individuo, entendido como sujeto depositario de los derechos. “Pero este individuo sólo tiene un modo de defenderse -de ver garantizados estos derechos que se le reconocen pero no se le permite ejercer- que es LA ASOCIACIÓN CON OTROS QUE SE ENCUENTRAN EN CIRCUNSTANCIAS PARECIDAS A LAS SUYAS: la pertenencia al grupo. El verdadero reconocimiento de la identidad individual (â€una identidad construida a partir de una pluralidad de adherencias, pertenencias y adhesiones†como dice Xavier Rubert de Ventós) no puede ir en mengua del ejercicio y de la actuación del grupo, precisamente porque es en grupo que la individualidad y la pluralidad pueden hacerse efectivas, contrarrestando el poder de los más fuertesâ€. Delegar en un lÃder o en un grupo de seres coherentes viene a ser lo mismo: poner en manos de otros la propia vida.
Rosa
Posted at 06:28h, 17 setembreY ¿porque un lider? ¿porque no un grupo de seres coherentes que cumplan sus deberes? soy la primera de decir que no hay lideres, (cuestion, logica y aprendida? ¿pero porque henos de bucar un lider?) creo que el mundo esta en unpunto muy algido, (ha estado muchas veces nos descubro nada nuevo) lo peor es que antes las cosas se solucionaban en el campo de batalla, ahora no, ahora recibe, hasta el no nacido, (politica armamentista) si solo una persona es el lider de un pais volvemos hacia atras con las armas de delante.
Gonzalo Robles
Posted at 21:07h, 16 setembrePienso, Eduard, que, salvo en aquellos que siguen creyendo en causas y luchan por ellas, se ha instalado la RESIGNACIÓN FATALISTA entre nosotros, y eso, como dice Ramoneda, es incompatible con la democracia. La democracia no es más que un sistema de equilibrios en el que los débiles encuentran fórmulas para defenderse de los poderosos. Una de ellas, casi la única, LA ASOCIACIÓN. Que es muy difÃcil, porque, entre otras cosas, es complicado evitar los caballos de troya que esconden enemigos cuya intención es sembrar la desconfianza para minar la moral de los asociados. Y al final queda el último recurso, el recurso de la delegación en un lÃder.
Gonzalo Robles
Posted at 21:07h, 16 setembreY sigo con Ramoneda: “Sin duda, es un progreso: de las fantasÃas sobre la gran armonÃa al reconocimiento de que el mal es el que funda y de que la voluntad de poseer -cosas y personas- es uno de los factores que invitan al sujeto a salir de su caparazón; hay un avance importante en la aceptación de la realidad que es condición para que las cosas puedan hacerse mejor. Al fin y al cabo, en nombre de la perfectibilidad indefinida de la especie se habÃan cometido las peores atrocidades. Ahora que sabemos que la especie acumula experiencia lentamente y que el progreso moral apenas existe es necesario encontrar los equilibrios que permitan contemporizar y conseguir formas cooperativas que contrarresten las tendencias autodestructivas.
Estos equilibrios reciben el nombre de democracia. Pero son incompatibles con cierta resignación fatalista. DecÃa Alain que ‘la sociedad es una maravillosa máquina que permite a la gente buena ser cruel sin saberlo’. Precisamente una de las funciones de la ideologÃa es seguir alimentando la buena conciencia sobre la que se construye parte de la crueldad social.
Ciertamente, uno de los avances de la sociedad contemporánea ha sido la recuperación de la dignidad del individuo, entendido como sujeto depositario de los derechos. Pero este individuo sólo tiene un modo de defenderse -de ver garantizados estos derechos que se le reconocen pero no se le permite ejercer- que es LA ASOCIACIÓN CON OTROS QUE SE ENCUENTRAN EN CIRCUNSTANCIAS PARECIDAS A LAS SUYAS: la pertenencia al grupo. El verdadero reconocimiento de la identidad individual (â€una identidad construida a partir de una pluralidad de adherencias, pertenencias y adhesiones†como dice Xavier Rubert de Ventós) no puede ir en mengua del ejercicio y de la actuación del grupo, precisamente porque es en grupo que la individualidad y la pluralidad pueden hacerse efectivas, contrarrestando el poder de los más fuertes. En esto consiste la democracia. Aunque en la sociedad postideológica el neoliberalismo reinante, que ahora empieza a estar en reflujo, haya entendido la apuesta por la singularidad del individuo como la vieja orden de la policÃa: ‘Disuélvanse’. Porque disueltos son mucho más manejablesâ€.
Eduard
Posted at 19:54h, 16 setembreSi que lo hay pero de otro concepto de polÃtica, no la de ahora. FÃjate que el mal no es exclusivo de España, en todos sitios se buscan nuevos lÃderes, no es extraño que Obama o Sarkozy tenga tanto tirón, son nuevas formas de llevar a cabo soluciones viejas (hasta que rascas un poquito y ves que son más de lo mismo).
Gonzalo Robles
Posted at 19:54h, 16 setembreLa pregunta, Eduard es: ¿Hay lugar para la polÃtica? Muertos los sueños y enterradas las utopÃas trascendentales, no es extraño que sean los nacionalismos y los sentimientos religiosos los que marcan hoy el camino a seguir de aquellos que aún siguen teniendo sueños. Para los demás vuelvo a Ramoneda.
“Bajo el rótulo de lo que algunos llaman posmodernidad y otros poscomunismo se intenta significar un cambio importante en la mentalidad occidental: la cultura polÃtica postideológica. El uso de esta expresión me parece más que discutible, porque la ideologÃa, en tanto que composición de lugar acerca del mundo, de la historia, de la experiencia humana y de las cosas que opera como referente de una sociedad o de un grupo, es absolutamente imprescindible. No hay sociedad sin ideologÃa porque la dimensión trágica de la existencia es tan radical que, si no se distrae la mirada con algunas ilusiones, la percepción cruda de la realidad serÃa insoportable. Y la sociedad del fin de las ideologÃas rebosa ideologÃa, empezando por la ideologÃa de la tecnica y la fantasÃa del consumo que pone la felicidad a nuestro abasto en la galerÃa comercial. Que la técnica que sólo es un medio se utilice como fin o que el consumidor seducido por la promesa se meta sin saberlo en la aventura sisÃfica de subir una montaña cuya cumbre no se alcanza nunca, porque siempre se quiere comprar algo más, sólo confirma que no por haber limpiado las ideologÃas de toda adherencia trascendental son menos utópicasâ€.
Eduard
Posted at 19:45h, 16 setembreYo creo que el tema va por ahà Félix, después de un primer momento al salir de un letargo de 40 años, la gente necesitaba de alguien que nos guiase por el nuevo camino a recorrer.
La necesidad se torno en comodidad hasta ver que lo que nos habÃa protegido y liderado poco a poco se habÃa ido adueñando de todas las parcelas hasta hacer dasaparecer a la sociedad civil.
¿Quién vigila al vigilante? y ¿quien marca hoy en dÃa a la clase polÃtica la forma de actuar? Nadie. Por eso la refundación del concepto de polÃtica y por ende de los propios partidos en inaplazable.
Salut i €
Gonzalo Robles
Posted at 19:45h, 16 setembreSin enemigo que justifique la cohesión social en torno al poder, sin coartada para la razón de Estado, ¿la ciudadanÃa se ha vuelto más exigente con el que gobierna? ¿La despolitización de la polìtica ha redundado en una mayor pacificación de la sociedad? Una primera respuesta vincula las dos cuestiones: la despolitización limita las posibilidades de la ciudadanÃa de hacer efectiva su exigencia. O, dicho de otro modo, la falta de renovación de los canales de participación polÃtica -empezando por los partidos- debilita la capacidad ciudadana de respuesta. Las movilizaciones de indignación moral con que, de cuando en cuando, la ciudadanÃa responde a la polìtica, de Ermua a Bruselas, de ParÃs a Londres, se diluyen por falta de cauces de continuidad. ¿Quién transforma polÃticamente la jugada? En el frenesà del universo mediático, en cuestión de horas un tren desaparece ante el paso de otro tren: una nueva tragedia relega al olvido la tragedia de ayer, un nuevo escà ndalo saca de la escena a otro, una guerra tapa a otra que no ha terminado pero que ya no es novedad. Gana el polÃtico que más aguanta, porque todo pasa y es difÃcil mantener un problema en escena. A ese ritmo, la polÃtica se aleja, el ciudadano no se siente comprometido. El sistema de acción politica por auscultación de la opinión ciudadana a través de las encuestas, neutraliza la participación en vez de activarla. La actuación del los gobernantes se hace errática, porque no les importa contradecirse si el sentir de las encuestas lo aconseja. La polÃtica entra en el descrédito.
Se apela a la autoridad de Tocqueville para recordar que la democracia es aburrida, que si no pasa nada es porque las cosas van bien. Del siglo de la pasión polÃtica, el poder ha aprendido a tener miedo a la ciudadanÃa. El gobernante parece dispuesto a bajar del pedestal, a sacrificar el papel en la historia para ser reconocido como un simple especialista en gestión del Estado, con tal de que la ciudadanÃa no incordie. La venganza de la ciudadanÃa es la indiferencia, echarles cÃclicamente del poder con su voto y regodearse con sus corrupciones con la ayuda de estos agentes dobles que son los periodistas. El espectáculo que ofrece la polÃtica no es suficientemente atractivo para las exigencias de la sociedad espectáculo, por mucho esfuerzo que los medios pongan. La ciudadanÃa se desentiende. ¿Es éste el paraÃso en que la administración de las cosas ha reemplazado definitivamente a la polÃtica?
“DESPUÉS DE LA PASIÓN POLÃTICA (JOSEP RAMONEDA)â€.
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